¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
(CEV) “Los Quadernos 1943”, p. 377
Jesus dice: “Quiero explicarte lo que es y en qué consiste el Purgatorio. Y te lo explico Yo de manera que chocará a muchos que se creen depositarios del conocimiento del más allá y no lo son.
Las almas sumergidas en aquellas llamas sólo sufren por el amor.
Ellas no son indignas de poseer la Luz, pero tampoco son dignas de entrar inmediatamente en el Reino de la Luz; son investidas por la Luz, al presentarse ante Dios.
Es una breve, anticipada beatitud, que les asegura su salvación y les hace conocedoras de lo que será su eternidad y expertas de cuanto cometieron contra su alma, defraudándola de años de bienaventurada posesión de Dios. Después, sumergidas en el lugar de purgación, son investidas por las llamas expiadoras.
En esto aciertan quienes hablan del purgatorio. Pero donde se equivocan es al querer aplicar distintos nombres a esas llamas.
Éstas son incendio de amor. Purifican encendiendo de amor las almas. Dan el Amor porque, cuando el alma ha alcanzado ese amor que no alcanzó en la tierra, es liberada y se une al Amor en el Cielo. Te parece una doctrina distinta de la conocida, ¿verdad? Pero piensa.
¿Qué es lo que Dios Uno y Trino quiere para las almas que ha creado? El Bien.
Quien quiere el Bien para una criatura, ¿qué sentimientos tiene hacia la criatura? Sentimientos de amor. ¿Cuál es el mandamiento primero y segundo, los dos más importantes, de los que he dicho que no los hay mayores y en ellos está la llave para alcanzar la vida eterna?
Es el mandamiento del amor. “Ama a Dios con todas tus fuerzas, ama al prójimo como a ti; mismo”.
¿Qué os he dicho infinidad de veces por mi boca, la de los profetas y los santos? Que la mayor absolución es la Caridad. La Caridad consuma las culpas y las debilidades del hombre, porque quien ama: vive en Dios y viviendo en Dios peca poco, y si peca se arrepiente in.’ mediatamente, y el perdón del Altísimo es para quien se arrepiente.
¿A qué faltaron las almas? Al Amor. Si hubieran amado mucho, habrían cometido pocos y leves pecados, unidos a vuestra debilidad e imperfección pero nunca habrían alcanzado la persistencia consciente en la culpa, ni siquiera venial.
Habrían visto la forma de no afligir a su Amor y el Amor viendo su buena voluntad, les habría absuelto incluso de los pecado veniales cometidos. ¿Cómo se repara, también en la tierra una culpa? Expiándola y, cuando es posible, a través del medio con el que se ha cometido.
Quien ha dañado, restituyendo cuanto quitó con prepotencia. Quien ha calumniado, retractándose de la calumnia, y así todo. Ahora, si esto lo requiere la pobre justicia humana, ¿no lo querrá la Justicia santa de Dios? ¿Y qué medio utilizará Dios para obtener reparación? A Sí mismo, o sea al Amor, exigiendo amor.
Este Dios al que habéis ofendido, y que os ama paternalmente, y que quiere unirse con sus criaturas, os lleva a alcanzar esta unión a través de Sí mismo. Todo gira entorno al Amor, María, excepto para los verdaderos “muertos”: los condenados. Para estos “muertos” también ha muerto el Amor.
Pero para los tres reinos -el que tiene el peso de la gravedad: la Tierra; aquél en el que está abolido el peso de la materia pero no el del alma cargada por el pecado: el Purgatorio; y, en fin, aquél cuyos habitantes comparten con el Padre su naturaleza espiritual que les libera de todo peso- el motor es el Amor. Amando sobre la Tierra es como trabajáis para el Cielo. Amando en el Purgatorio es como conquistáis el Cielo que en la vida no habéis sabido merecer.
Amando en el Paraíso es como gozáis el Cielo. Lo único que hace un alma cuando está en el Purgatorio es amar, pensar, arrepentirse a la luz del Amor que esas llamas han encendido para ellas, que ya son Dios, pero que, para su castigo, le esconden a Dios. Esto es el tormento. El alma recuerda la visión de Dios que tuvo en el juicio particular.
Se lleva consigo ese recuerdo y, dado que el haber tan sólo entrevisto a Dios es un gozo que supera todo lo creado, el alma está ansiosa de volver a gustar ese gozo. Ese recuerdo de Dios y ese rayo de luz que le revistió cuando compareció ante Él, hacen que el alma “vea” la importancia que realmente tienen las faltas cometidas contra su Bien, y este “ver”, junto a la idea de que por esas faltas se ha impedido voluntariamente, durante años o siglos, la posesión del Cielo y la unión con Dios, constituye su pena purgante.
El tormento de los purgantes es el amor y la certeza de haber ofendido al Amor. Un alma, cuanto más ha faltado en la vida, tanto más está como cegada por cataratas espirituales que le hacen más difícil conocer y alcanzar ese perfecto arrepentimiento de amor que es el primer coeficiente para purgación y entrada en el Reino de Dios. Cuanto más un alma lo ha oprimido con la culpa, tanto más pesado y tardío se hace vivir el amor. A medida que se limpia por poder del Amor, se acelera su resurrección al amor y, de consecuencia, su conquista del Amor que se completa en el momento en que, terminada la expiación y alcanzada la perfección del amor, es admitida en la Ciudad de Dios.
Hay que orar mucho para que estas almas, que sufren para alcanzar la Alegría, sean rápidas en alcanzar el amor perfecto que les absuelve y les une conmigo. Vuestras oraciones, vuestros sufragios, son nuevos aumentos de fuego de amor. Aumentan el ardor.
Pero – ¡oh! ¡bienaventurado tormento!- también aumentan la capacidad de amar. Aceleran el proceso de purgación. Alzan las almas sumergidas en ese fuego a grados cada vez más altos. Las llevan a los umbrales de la Luz. Abren las puertas de la Luz, en fin, e introducen el alma en el Cielo.
A cada una de estas operaciones, provocadas por vuestra caridad hacia quien os precedió en la segunda vida, corresponde la sorpresa de la caridad hacia vosotros. Caridad de Dios que os agradece el que proveáis por sus hijos penantes, -caridad de los penantes que os agradecen el que os afanéis por introducirles en el gozo de Dios.
Vuestros seres queridos nunca os amaron tanto como después de la muerte de la tierra, porque su amor ya está impregnado de la Luz de Dios y a esta Luz comprenden cómo les amáis y cómo deberían haberos amado. Ya no pueden deciros palabras que invoquen perdón y den amor., Pero me las dicen a Mí para vosotros, Yo os traigo estas palabras de vuestros Difuntos que ahora os saben ver y amar como se debe.
Os las traigo junto con su petición de amor y su bendición, que ya es válida desde el Purgatorio porque ya está animada por la inflamada Caridad que les quema y purifica. Perfectamente válida, además, desde el momento en que, liberados, salgan a vuestro encuentro a los umbrales de la Vida o se reunan con vosotros en ella, si les hubierais precedido en el Reino de Amor.”
El museo de Utratumba
Cientos de peregrinos visitan todavía uno de los museos más insólitos que existen en Roma: el de Ultratumba o de las almas del purgatorio. En él, se dice, se encuentran las almas que merecieron el purgatorio y han decidido recluirse en el mismo para purificar sus culpas. Este museo se encuentra en la sacristía de una iglesia pequeña muy cerca del Vaticano. Misteriosas marcas en libros o prendas de vestir son, entre otros, los objetos que se exponen a la curiosidad de los visitantes, en su mayoría jóvenes, según afirma el padre Renato Simeone, párroco de la iglesia, poco inclinado a la excesiva sacralización de este museo.
Reflejándose sobre las aguas del Tíber, al lado del Palacio de Justicia, junto al Vaticano, existe una iglesia llamada “la pequeña catedral de Milán”, porque su fachada es de estilo gótico, un estilo muy raro en Roma. Con frecuencia, en la puerta de esta iglesia se ven grupos de peregrinos italianos y extranjeros que van a visitar un curioso museo, instalado en la sacristía de la iglesia: el museo del Purgatorio o Ultratumba “en el que se encuentran almas llegadas del otro mundo para pedir sufragios que les permita salir antes del purgatorio”.
Al frente de esta pequeña parroquia de los Misioneros del Sagrado Corazón está el padre Renato Simeone, que pertenece a la generación que se apasionó por el Concilio Vaticano II. Un religioso que sigue intelectualmente el pulso del mundo moderno.

La iglesia del Sagrado Corazón del Sufragio (en italiano Sacro Cuore del Suffragio) es una iglesia situada en Roma junto al río Tíber. Es una de las pocas iglesias de estilo neogótico de Roma y es conocida sobre todo porque en su interior hay un pequeño museo dedicado a las Ánimas del Purgatorio.
La iglesia fue fundada por Victor Jouet, sacerdote francés que fundó la Asociación del Sagrado Corazón de Jesús para el sufragio de las almas en el Purgatorio. Desde finales del siglo XIX existía en el lugar una capilla dedicada a Nuestra Señora del Rosario que fue destruida por un incendio en 1894.
Museo de las Ánimas del Purgatorio
El padre Victor Jouet aseguró ver en la pared detrás del altar un rostro con rasgos humanos con la expresión de la cara triste y melancólica, plasmada por las llamas en la pared.
El religioso llegó a la conclusión de que el difunto era un condenado del Purgatorio y quería ponerse en contacto con los vivos. Con este evento en particular, se decidió a fundar el museo. El propio sacerdote decidió buscar documentos y pruebas relacionadas con las almas penantes. El sacerdote logró encontrar una gran cantidad de material por lo que llegó a una conclusión: los muertos condenados en el Purgatorio piden oraciones y misas de sufragio a los vivos para facilitar la transición de las almas condenadas al Paraíso.
El museo está situado en una habitación individual en la sacristía de la iglesia del Sagrado Corazón del Sufragio. En sus vitrinas se recogen documentos y fotografías que dan fe de los hechos mencionados anteriormente, incluyendo:
Un libro de oraciones, en los que se imprimió en una página una mano de un difunto.
Una funda de almohada con la impresión de fuego de una monja que pidió a su hermana oraciones para acelerar su paso al cielo.
Un hábito de una monja y una camisa con la huella digital de un fallecido
Maria Valtorta:
Los cuadernos. 1943; 1944; 1945



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Los Cuadernos recogen escritos sobre temas ascéticos, bíblicos, doctrinales, de crónica autobiográfica, además de descripciones de escenas evangélicas y de martirios de primeros cristianos.
Contenido tomado de la obra de María Valtorta con el permiso del “Centro Editoriale Valtortiano Srl”. – Viale Piscicelli, 89/91 – 03036 Isola del Liri, (FR – Italia), www.mariavaltorta.com, que tiene todos los derechos sobre las obras de Maria Valtorta









“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."