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Jesús explica las consecuencias del suicidio

Le vida es don de Dios, y see le propia o le ajena, y sólo a Dios, que le he otorgado, le está reservado el poder de quitarla.

Jesús explica las consecuencias del suicidio

 La Pasión de CristoJesus dice: "Salomón, [...] Ere sabio, el más sabio de aquellos tiempos. ¿Recuerdes lo que dijo, después de haber conocido todo el saber?: "Vanidad de vanidades, todo es vanidad. Temer e Dios y observer sus mandamientos: esto es todo el hombre". Ahora Yo te digo que hay que saber tomar de los alimentos sustento, pero no veneno.

Y si se ve que un alimento nos es nocivo (porque se producen reacciones en nosotros por les cueles ese alimento es nefasto, siendo más fuerte que nuestros humores buenos, los cueles lo podrían neutralizar) es necesario dejar de tomar ese alimento, aunque see apetitoso el gusto.

Mejor pen, sin más, y agua de le fuente, que no los platos rebuscados de le mesa del rey que tienen especies que alteran y envenenen». [...] Es verdad que meterse es igual que meter.

La vida es don de Dios, y sea la propia o la ajena, y sólo a Dios, que le he otorgado, le está reservado el poder de quitarla. Quien se mata confiese su soberbia, y Dios odia la soberbia.

  • [...] ¿Y qué es le desesperación sino soberbia?
  • [...] ¿Por qué uno pierde la esperanza?

O porque les desventures se ense ñen con él y quiere vencerles por sí solo, sin ser capaz de tanto; o bien porque es culpable y juzga de sí mismo que Dios no lo puede perdonar.

  • Tanto en el primero como en el segundo caso, ¿no es reine le soberbia?

El hombre que quiere por sí solo resolver les coses carece de la humildad de tender la mano al Padre diciéndole: 'Yo no puedo, pero Tú sí puedes. Ayúdame, porque espero todo, todo lo estoy esperando, de Ti'.

El otro hombre, el que dice: 'Dios no puede perdonarme', lo hace porque midiendo a Dios con el patrón de sí mismo sabe que otra persona, ofendida como él ha ofendido, no podría perdonarle. O sea, también aquí hay soberbia.

El humilde siente compasión y perdona aunque sufra por la ofensa recibida. El soberbio no perdona. Es además soberbio porque no sabe bajar la cabeza y decir: "Padre, he pecado, perdona a tu pobre hijo culpable". ¿O es que no sabes, Judas, que el Padre está dispuesto a disculpar todo, si se pide perdón con corazón sincero y contrito, con corazón humilde y deseoso de resucitar al bien?». «Entonces [...] los hombres que la Escritura cita, y que se mataron, hicieron mal». «No es lícito hacer violencia a nadie, y tampoco uno a sí mismo.

Hicieron mal. Conociendo relativamente el bien, habrán obtenido de Dios, en ciertos casos, misericordia. Pero a partir de que el Verbo haya aclarado toda verdad y haya dado fuerza a los espíritus con su Espíritu, desde entonces, ya no le será concedido el perdón a quien muera desesperado. Ni en el instante del juicio particular, ni, después de siglos de Gehena, en el Juicio Final, ni nunca. ¿Es dureza de Dios? No: justicia.

Dios dirá: 'Tú, criatura dotada de razón y de sobrenatural ciencia, creada libre por Mí, decidiste seguir el sendero elegido por ti, y dijiste: `Dios no me perdona. Estoy separado para siempre de Él. Juzgo que debo aplicarme por mi mismo justicia por mi delito. Dejo la vida para huir de los remordimientos', sin pensar que ya no habrías sentido remordimientos si hubieras venido a mi seno paterno. Recibe eso mismo que has juzgado. No violento la libertad que te he dado'.

  • Esto le dirá el Eterno al suicida. Piénsalo [...] La vida es un don, y hay que amarla. ¿Y qué don es? Don santo.

Así que ha de ser amada santamente. La vida dura mientras la carne resiste. Luego empieza la Vida grande, la eterna Vida: de beatitud para los justos, de maldición para los no justos.

La vida, ¿es fin o es medio? Es medio. Sirve para el fin, que es la eternidad.

Pues démosle entonces a la vida aquello que le haga falta para durar y servir al espíritu en su conquista.

  • Continencia de la carne en todos sus apetitos, en todos.
  • Continencia de la mente en todos sus deseos, en todos.
  • Continencia del corazón en todas las pasiones que saben a humano.

Sea, por el contrario, ilimitado el impulso hacia las pasiones celestes: amor a Dios y al prójimo, voluntad de servir a Dios y al prójimo, obediencia a la Palabra divina, heroísmo en el bien y en la virtud. [...]

He venido para los hombres, [...] no para los ángeles, que no tienen necesidad de maestro. Los ángeles ven a Dios, viven en su Paraíso, no ignoran las pasiones de los hombres, porque la Inteligencia, que es su Vida, los hace conocedores de todo, incluso a aquellos que no son custodios de un hombre. Pero, siendo espirituales, sólo pueden tener un pecado, como uno de ellos lo tuvo y arrastró consigo a Jos menos fuertes en la caridad: la soberbia, flecha que afeó a Lucifer, el más hermoso de los arcángeles, e hizo de él el monstruo horripilante del Abismo.

No he venido para los ángeles (los cuales, después de la caída de Lucifer, se horrorizan incluso ante el espectro de un pensamiento de orgullo), sino que he venido para los hombres, para hacer de los hombres ángeles. El hombre era la perfección de la creación.

Tenía del ángel el espíritu, del animal la completa belleza en todas sus partes animales y morales; no había criatura que le igualara. Era el rey de la Tierra, como Dios es el Rey del Cielo, y un día, el día en que él se hubiera dormido por última vez en la tierra, iba a ser rey, con el Padre, en el Cielo.

Satanás ha arrancado las alas al ángel-hombre y, en su lugar, ha puesto garras de fiera y avidez de inmundicia y ha hecho de él un ser al que cuadra más el nombre de hombre-demonio que el de hombre a secas.

Yo quiero borrar la deformación causada por Satanás, anular el hambre corrompida de la carne contaminada, devolverle las alas al hombre, llevarle de nuevo a ser rey, coheredero del Padre y del Reino celeste. Sé que el hombre, si quiere quererlo, puede llevar a cabo cuanto digo, para volver a ser rey y ángel.

No os diría cosas que no pudierais hacer. Yo no soy uno de esos oradores que predican doctrinas imposibles."

Maria Valtorta: The Poem of The Man-God

Maria Valtorta: (CEV) "El Evangelio como me ha sido revelado"